The Gits: corta mi piel, es lo que me hace humano (PLAY GUITAR STUDIO MAGAZINE, 01/12/2018)

Por FERNANDO ESCOBAR PÁEZ

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The Gits.

La escena de Seattle: mucho más que granjeros atormentados y yonquis urbanitas.

La escena de Seattle –desechemos para siempre la palabrita grunge, pues este es un invento de MTV- fue uno de los nodos centrales del punk rock entre 1985 y 1994.

Desde los The U-Men hasta Mad Season, primera y última banda –si seguimos un criterio cronológico- de la escena de Seattle; pasando por los consagrados Nirvana, Soundgarden, Pearl Jam y Alice in Chains, hasta grupos de culto como The Melvins, Mudhoney, Screaming Trees, TAD; y los míticos pero efímeros Green River y Mother Love Bone.

A primera vista pareciera que se trataba de una escena netamente masculina, noción errónea con la que los mass media estereotipó a la música creada en Seattle: punk rock hecho por granjeros atormentados que evolucionaron en yonquis urbanitas.

En pocas ciudades la posibilidad de un rock feminista despegaría tan fuerte como en Seattle y sus alrededores, donde el denominado Riot Grrrl, una variante de punk dedicada más al activismo feminista radical que a la producción musical, tuvo su apogeo. Si bien algunos de los músicos que confluyeron en Seattle durante dicha época provenían de la ruralidad estadounidense, estos eran minoría y estaban lejos de ser unos paletos –lo único cierto de la propaganda es que la mayoría tuvo episodios más o menos graves con drogas duras.

El grueso de la escena de Seattle estaba compuesto por estudiantes de clase media alta  que formaron sus bandas en escuelas de artes liberales / ciencias sociales, y que tras concluir sus estudios se mudaron al estado de Washington con la intención de entrar en el radar del sello discográfico Sub Pop, por entonces la disquera de moda en EEUU.

“Ver mujeres en los grupos de Seattle no era una anomalía. Estaban The Fastbacks, que llevaban tocando toda la vida. Había cantidad de grupos locales con mujeres, bandas de postpunk anteriores como Little Bears From Bangkok, que eran tres mujeres y un cantante. The Visible Targets eran tres hermanas y un batería; a primeros de los ochenta fueron uno de los grupos que parecían a punto de triunfar. Mick Ronson les produjo un disco. Simplemente coincidió que no había mujeres en ninguno de los grupos que se hicieron superfamosos en los noventas”, señala Mark Arm, vocalista de Mudhoney.

A lo dicho por Arm, agregaría que Hole, sí llegó a triunfar a escala global, aunque dadas las ínfulas de su cantante, esta banda fue percibida como nociva dentro de la escena de Seattle, por lo cual prefieren descolarla de la conversación. Sin embargo, sí existió una agrupación liderada por una mujer que tenía todo para triunfar –talento, coherencia discursiva, actitud, autocontrol y una creciente base de fans incluso en Europa- y es aquella que motiva este artículo: The Gits.

The Gits, padrinos de las Riot Grrrls.

Considero un equívoco ubicar a The Gits, en el mismo casillero Riot Grrrl que ocupan L7, Bikini Kill, 7 Year Bitch, Babes in Toyland, etc, pero antes de proceder es necesario situar brevemente a este subgénero -devenido en parodia un tanto burda por las rusas Pussy Riot- dentro de la escena de Seattle. Es necesario hacerlo, puesto que The Gits convivió con ellas.

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La arista política del Riot Grrrl tuvo sus partidarios dentro de las bandas hegemónicas de Seattle, como el mismísmo Kurt Cobain, quien mantuvo relaciones amorosas con varias de las chicas integrantes de los grupos Riot Grrrl locales y se consideraba a sí mismo feminista; sin embargo dentro de la escena no había consenso: Courtney Love las despreciaba –el sentimiento era mutuo y se tradujo en varias peleas saldadas a puñetazo limpio- y Blag Dahlia, cantante de The Dwarves, considera que “la movida grunge (sic) acabó teniendo con el tiempo un marcado tinte de corrección política, cosa que atribuyo en gran medida a esa influencia surgida de Olympia, que acabó convirtiéndose en cierto modo en el Riot Grrrl, un movimiento que casi no tenía música asociada al mismo, pero sí muchas instrucciones sobre cómo se supone que deberías de vivir tu vida”.

Si bien se puede rastrear referencias feministas en las letras de The Gits, estas no ocupan un lugar preponderante dentro de su obra y se explican por la amistad que unía a las bandas antes citadas con los integrantes de The Gits. “El aspecto más guay de Seattle era que los grupos se preocupaban unos por otros y además se relacionaban entre sí”, menciona Garrett Shavlik, baterista de The Fluid.

The Gits no pretendían ser abanderados de lucha social alguna, sus letras estaban cargadas de una poética oscura que alcanzó funestas cotas proféticas y sus influencias musicales abarcaban tanto al jazz como al hard rock. No se desentendían del activismo, pero dejaban la primera fila de las manifestaciones para que esta sea ocupada por sus amigas Riot, mientras ellos se dedicaban a rockear y fumar uno que otro porro.

Un proyecto cooperativista estudiantil con punk rock.

Los integrantes de The Gits –argot cuya traducción aproximada del nombre sería “Los Insoportables” o “Los Impresentables”- se conocieron en el Antioch College, una pequeña Escuela de Bellas Artes de “educación cooperativa” –los estudiantes pasaban seis meses del año en la universidad y los otros seis meses tenían que dedicarlos a colaborar en proyectos comunitarios- ubicada en el corazón de Ohio.

En uno de esos proyectos cooperativistas coincidieron Steven Moriarty, Matt Dresdner, Andy Kessler –mejor conocido por su nombre artístico Joe Spleen- y Mia Zapata. Esta última era originaria de Louisville, Kentuchy, y era la única del grupo que tenía estudios musicales previos.

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Como parte de sus estudios se propusieron crear una especie de granja urbana donde –además de cultivar vegetales- se realizarían conciertos de punk rock. Esta iniciativa estudiantil llamada The Farm –la granja- se ubicó en San Francisco, California. En dicho espacio se gestó una versión primigenia de The Gits, que por entonces se hacían llamar The Sniveling Little Rat-Faced Gits, nombre que tomaron de un sketch de Monty Python. Se repartieron las funciones de la siguiente manera: Moriarty como baterista, Dresdner a cargo del bajo, Spleen en la guitarra y Zapata de vocalista.

Al acabar la universidad, en 1989, los miembros de The Gits, DC Beggars y Big Brown House –bandas también surgidas en las aulas de Antioch- decidieron seguir tocando juntos y emigraron a Seattle, no tanto por la escena que se estaba gestando ahí, sino porque les resultaba más barato que New York o Los Ángeles.

En esta mudanza se les unió Valerie Agnew, quien junto a Stefanie Sargent formaron Barbie’s Dream Car –banda semilla de las 7 Year Bitch. Tanto Agnew como Sargent fueron pareja de los miembros masculinos de The Gits, quienes no solo les prestaron sus instrumentos, sino que les enseñaron a tocarlos.

La Ratonera y las 7 Year Bitch.

En Seattle rentaron una casa a la que usaron como vivienda, centro comunitario y local de ensayos, a la que denominaron Rathouse –La Ratonera. Steve Moriarty recuerda al respecto: “el propietario del inmueble era un brujo y decía que antes había muchas ratas, pero que capturó una, la cocinó y se la comió y así tocas las demás ratas supieron que debían abandonar la casa”.

Para 1992, The Gits y 7 Year Bitch firmaron un contrato con C/Z Records de Daniel House. Este sello fue el primero en sacar un compilado de bandas de Seattle, pero por entonces había sido opacado por Sub Pop, discográfica que se había quedado con las bandas más rentables de la ciudad.

“Los Gits éramos los representantes del arroyo en Seattle. Más cerca de los adolescentes sin hogar que de los juerguistas universitarios o de los jóvenes acomodados y maqueados a la última, porque dábamos un montón de conciertos para todas las edades. Sub Pop acabó por investir a Mudhoney con tal pátina de glamour que muchos de nuestros fans los odiaba, odiaban a todos aquellos grupos y andaban en busca de algo distinto”, señala Moriarty, y si bien es cierto que The Gits ofrecía muchos conciertos benéficos y se plegaba a varias causas sociales, estaban en una posición intermedia dentro de la escena de Seattle: ni tan politizados como las Riot Grrrl ni tan “comerciales” como las bandas Sub Pop, con las cuales compartían escenarios, parejas, porros y fiestas. El mismo Eddie Vedder de Pearl Jam era uno de los mejores amigos de las bandas de La Ratonera y en varias ocasiones recomendó sus nombres para que sean parte de festivales y giras. El primer concierto de The Gits en Seattle fue junto a TAD y Nirvana.

Contrariamente a lo que cabría suponer, las chicas de 7 Year Bitch se desenvolvían con mayor soltura frente a los medios y empresarios. Su discurso era mucho más radical que el de The Gits, pero sus atractivas integrantes eran más sociables que sus introvertidos coetáneos. Según House, The Gits tenían una actitud paranoica purista el momento de negociar y rechazaron las entrevistas que su sello les conseguía.

Nuevamente recurro a las palabras de Steven Moriarty: “A 7 Year Bitch les gustaba socializar. Eso es lo que tienes que hacer si quieres ser popular en el mundo de la música. Nosotros éramos todo lo contrario. Mia se escondía en su cuarto a escribir poesía, más como Patti Smith que como Madonna. A Matt le iban las motos y a Andy los libros. Teníamos un grupo porque nos gustaba la música; ellas tenían un grupo porque les gustaba la escena musical”. De su parte, Matt Dresdner resalta que cuando las 7 Years Bitch empezaron a tener éxito “se sintieron un poco culpables porque en cierto modo habíamos sido sus mentores. Y se desvivieron por ayudarnos… era una relación de apoyo, muy colaborativa y cariñosa, la que había entre ambos grupos”.

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7 Year Bitch.

El fin de la inocencia.

La muerte por sobredosis de heroína ya se había hecho presente en la escena de Seattle con Andrew Wood, el carismático líder de Mother Love Bone, en 1990. La segunda visita de La Parca Intravenosa fue para las 7 Year Bitch. Su guitarrista, Stefanie Sargent, fallece en 1992. Sin embargo, tras el duelo, tanto The Gits como las 7 Year Bitch tenían discos en marcha y siguieron tocando.

El primer y único disco propiamente dicho de la formación original de The Gits, Frenching The Bully, sale el mismo año y la gira promocional por Estados Unidos y Europa fue un éxito que sirvió para disipar la oscuridad que se había instalado en el ambiente. Para inicios de 1993 la banda había grabado algunas pistas del que sería su segundo disco, The Conquering Chicken, pero Mia no llegaría a ver finalizado dicho trabajo.

“Durante el viaje a L.A. se cumplió el primer aniversario del fallecimiento de Stefanie. Recuerdo que Selene, Liz -ambas integrantes de 7 Year Bitch-, Mia y yo nos encerramos en un cuarto de baño del Hyatt on Sunset a fumar porros y a brindar por Stef. Mia tuvo muchas palabras de ánimo. Y cuando volvimos a Seattle, estábamos en el Comet y volvimos a hablar del tema, de modo que pedimos una ronda y brindamos nuevamente por Stef. Y luego Mia salió del bar y aquella fue la última vez que la vimos”, recuerda Valerie Agnew.

Junto a L7, ambas bandas se preparaban para una nueva y polémica gira: “El Papa estaba de viaje por Estados Unidos e íbamos a tocar en todas las ciudades por las que pasara el mismo día de su visita, como una especie de gira anti-papa y a favor del derecho a elegir” narra Moriarty.

Al día siguiente de su última farra, Mia no llegó a la pizzería donde trabajaba y para la noche sus amigos fueron a buscarla a la morgue. Había sido violada y ahorcada con la camiseta de The Gits que llevaba puesta.

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Mia Zapata.

De mi parte prefiero no ahondar en los detalles escabrosos –hay decenas de páginas morbosas dedicadas a la necrología rockera; páginas mediocres que incluyen a todo deceso dentro de la superstición de “El Club de los 27”, y esta es una web seria-, solo diré que tuvieron que pasar 11 años para que se encontrara al actor material del crimen.

“Fue la pérdida de la inocencia. Las muertes de Stefanie, de Kurt, de Andrew… fueron por su propia mano. A Mia nos la arrebataron” apunta Matt Dresdner. Dada la naturaleza del crimen, las sospechas inicialmente apuntaron hacia los amigos y colegas de Mia, desencadenando un ambiente de paranoia y vulnerabilidad dentro de la escena de Seattle.

Los músicos empezaron a portar armas para sentirse más seguros –algo que tuvo consecuencias nefastas, recordemos al escopetazo que se pegó Cobain-, pero luego las chicas de la escena decidieron cambiar de enfoque y rendir homenaje a Mia creando una fundación que enseñe defensa personal a las mujeres. Bajo el apadrinamiento de Eddie Vedder y Joan Jett, quienes financiaron la causa, nace Home Alive, un reclamo de las mujeres de Seattle para regresar vivas a sus casas. Esta fundación sigue activa hoy día y su actividad ha evitado muchos femicidios en Seattle y sus alrededores.

 

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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA por Efra Páez y su gato Ludovico:

ludo libro

YARM, Mark. Todo el mundo adora nuestra ciudad. 2015 (2011). Es Pop Ediciones. Madrid.

 

Publicado originalmente en:

https://playguitarstudio.com/2018/12/01/the-gits-corta-mi-piel-es-lo-que-me-hace-humano/?fbclid=IwAR3r_Mdqps1zB9EnL3BrjojoVgMQQOgVPgvKSdwSGrwZFULnbGa4S4jnvXc

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