Touch me, I’m sick (BG MAGAZINE Indie 065, versión electrónica)

Kurt Cobain visitando a William S. Burroughs

El difunto grunge, fue subgénero que mejor representó estética e ideológicamente al “Do it yourself”, lema que –dicho sea de paso– los indies primigenios tomaron del punk. Escojo al grunge por su desprecio al “american way of life”, en el que –muy a su pesar?– muchos de los íconos grunge quedaron atrapados y del que solo pudieron escapar por el suicidio o la sobredosis; por la desgarradora introspección poética que alcanzaron en algunas de sus líricas, por la importancia como referente cultural y –sobre todo– emocional– para los que crecimos en los noventas.

Sus principales referentes intelectuales fueron la beat generation, en particular William S. Burroughs, quien fue muy amigo de Kurt Cobain e incluso llegó a leer sus textos durante los conciertos de Nirvana como parte del show y el realismo sucio de Charles Bukowski, pero a diferencia de Burroughs, este detestaba a esta nueva generación de músicos, a los que consideraba estridentes y falsos. En el campo ético, se considera a Neil Young y a Sonic Youth como los padrinos del grunge, tomando su compromiso social y actitudes decididamente independientes y contestatarias hacia la industria y los medios mainstream, actitud que entrados los noventa se fue perdiendo, lo cual selló el acta de defunción del género.

El término grunge es una deformación del slang grungy, que significa “sucio”, y nada más sucio que estos hijos de obreros, habitantes de multifamiliares y bebedores de cerveza barata, auténticos white trash –término despectivo utilizado para referirse a un norteamericano pobre y de raza blanca– que al crecer en Seattle, ciudad periférica, pues el flujo económico y simbólico de los Estados Unidos siempre ha sido un diálogo dicotómico entre New York y Los Ángeles, crearon un sonido único, distinto a todo lo antes visto. Despreciaron la parafernalia, maquillaje y letras vanas del glam rock que dominaba en los ochentas y apostaron por algo visceral y propio. Algo que llama la atención de la movida de Seattle es la camadería reinante entre las bandas, quienes colaboraban entre sí para giras, discos, chicos y jeringuillas. Green River y The Melvins fueron las primeras bandas grunge propiamente dichas, pero es en la segunda oleada que vino de la mano a Mudhoney, Pearl Jam, Alice in Chains y sobre todo Nirvana a principios de los noventa, cuando el género alcanza su punto más alto.

La sobre exposición mediática fue el primer clavo en el ataúd del grunge. El suicidio de Cobain convertido en teoría de la conspiración y circo mediático por MTV, las constantes sobredosis y la aparición de una versión edulcorada, una especie de soft grunge menos depresivo y apto para todo público de la mano de Foo Figthers, la nueva banda del baterista de Nirvana, terminaron por asesinar al grunge en 1996. En ese año Soundgarden -banda que nunca fue «grunge», pero a la que los medios etiquetaron como tal-  se disuelve, Pearl Jam rompe con la industria discográfica y en medio de fuertes críticas lanza “No Code”, un álbum conceptual intimista totalmente alejado del grunge y con Layne Staley –vocalista de Alice in Chains y The Mad Season– convertido en un cadáver ambulante que fallecería seis años después, marcaron el final de este género que en 1986 se auto promocionó como “ultra loose GRUNGE that destroy the moral of a generation”. El Touch me, I’m sick, título de una canción de Mudhoney e himno de la movida grunge, no solo dejó de vender, sino que se convirtió en un anacronismo para las nuevas generaciones, que empezaron a preferir un tipo de música más feliz y melódica que vino desde el otro lado del Atlántico: el brit pop.

Link del blog de BG MAGAZINE  (el artículo es mío y va con mi firma, pero no sé porque en el link dice que es un man Lalo Hidalgo…ya les voy a decir que corrijan) http://bgmagazineblog.wordpress.com/2012/04/30/touch-me-im-sick-por-lalo-hidalgo/

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